Este artículo de Carlos Raul Hernández, que leí en El Universal, me conmovió. Muestra un país en el mayor caos. Jamás pensé que íbamos a vivir en este desastre. Los jóvenes tenemos la responsabilidad de enfrentar esta situación. Primero tenemos que comprometernos ...
Perfume flor de cuchillo
CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ | EL UNIVERSAL
El ministro cuando declara alarma la opinión pública. Ojos y rictus punzantes de odio, tal vez su único sentimiento plenamente desarrollado. Cutis de un furor pálido, poderoso. Los crímenes atroces que ennegrecen los días y contaminan el aire con perfume de sangre, no le interesan, pero sí tranquilizar a los criminales, aclarándoles que no habrá represión. Como los nazis.
Pero los ciudadanos que se oponen legítimamente al gobierno, la oposición, figura normal en los países civilizados, son "apátridas", "terroristas" y cualquier otro término del vertedero sintáctico revolucionario. El lenguaje ruin de la violencia desde el gobierno contra los ciudadanos inermes.
La diputada que abofeteó ante las cámaras a un periodista, hoy en el Gabinete, con un frenesí que sale de las entretelas del corazón, de los intercostales y pone la sangre negra, pedía cárcel, represión, persecución, contra los que critican el fiasco revolucionario, la perversidad de sus fines, la banalidad del esfuerzo por él.
Como si lo intenso del ultraje pudiera borrar de la realidad la ola de espanto y violencia que sacude al país. Un séquito de agentes motorizados acompañaba al cementerio a un policía asesinado por los delincuentes. En sus rostros no había tristeza sino furia.
Más adelante un conductor patea furioso el pequeño automóvil de una señora aterrada y a pocos pasos dos perros callejeros se destrozan. Un vapor de odio cubre el país y su veneno recorre las calles, entra en los ascensores, se cuela en los apartamentos. Motorizado a toda máquina por la acera, casi atropella una niña. El descenso de Dante al infierno.
Se huele el Mal. Morgue, funerarias, madres y esposas, gargantas desgarradas, privadas por el llanto. Es el mundo cenagoso creado por "el socialismo", en ruinas, en puertas de una Guerra Federal. Los responsables serán una terrible mácula en la historia de Venezuela. Tienen chance de rectificar.
Han hecho su forma de vida en la mentira descabellada, diabólica, ante la estupefacción de los oyentes. El parecido de los actores de este thriller con los inquisidores es prodigioso. Safransky dijo que la única diferencia entre un Gestapo, un NKVD, un Guardia Rojo y un inquisidor, era que vestían modas distintas.
Las sesiones de lo que alguna vez fue un Parlamento, se convirtieron en Autos de Fe, donde los diputados gubernamentales levantan calumnias alucinantes, atentados, magnicidios, conspiraciones criminales, torvos planes, en los que implican personas reconocidas por una vida decente. Nada tan parecido a la lógica de un inquisidor como la de un "revolucionario" porque una causa trascendente justifica todo crimen.
El diputado cuenta verdades que no han ocurrido, no van a ocurrir jamás, y se saben falsas, pero que él puede hacer verdaderas. Johan Johanes, un canalla inquisidor de Baviera, inventó el puñal retráctil. Llegaba con su asistente a las aldeas e iniciaba el "procedimiento de brujas".
Según el manual de Kraemer y Sprenger, el Malleus Malleficarum, las brujas no sentían dolor. Sobre una tarima construida en la plaza, paraba a las sospechosas con los ojos vendados, y ante la concurrencia "hundía" el largo -y flexible- puñal en los cuellos de una por una. Como en efecto no sentían nada, allí estaba la "prueba" del pacto con el diablo. Cobraba por cada una que iba al fuego y se apropiaba de lo que la pobre tuviera ¡Exprópiese!
En 1303 los Caballeros Templarios, orden religiosa armada extendida por Europa y con entrenamiento de combate equivalente a los seals actuales, despertaba celos y envidias en el poder. Pese a su sumisión incondicional a las autoridades, el Rey mandó a arrestarlos en toda Francia
Los acusaron de culto satánico, homosexualidad, pederastia, asesinatos, suplicios a secuestrados, antropofagia y sexo con el Diablo. Los cargos los hizo Esquiu de Floyrán (padre de los esquiroles) de la "guerrilla comunicacional". Bajo tortura, reconocieron todo lo atribuido y aportaron más
Kewis Karol cuenta que presenció durante la Revolución Cultural, cómo el joven guía turístico que lo acompañaba, acusado por su jefe, se autocrítico y reconoció que hacía el trabajo "con fines pequeño burgueses y no por la Revolución". Lo detuvieron para reeducarlo.
Una de las figuras más espeluznantes del siglo XX, Castro, encargó al héroe que le podía hacer sombra, el general Arnaldo Ochoa, que se encargara de investigar el tráfico de estupefacientes, con el propósito cumplido de acusarlo y hacerlo fusilar posteriormente.
Más que un nuevo presidente se necesita un exorcista.
@carlosraulher
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El ministro cuando declara alarma la opinión pública. Ojos y rictus punzantes de odio, tal vez su único sentimiento plenamente desarrollado. Cutis de un furor pálido, poderoso. Los crímenes atroces que ennegrecen los días y contaminan el aire con perfume de sangre, no le interesan, pero sí tranquilizar a los criminales, aclarándoles que no habrá represión. Como los nazis.
Pero los ciudadanos que se oponen legítimamente al gobierno, la oposición, figura normal en los países civilizados, son "apátridas", "terroristas" y cualquier otro término del vertedero sintáctico revolucionario. El lenguaje ruin de la violencia desde el gobierno contra los ciudadanos inermes.
La diputada que abofeteó ante las cámaras a un periodista, hoy en el Gabinete, con un frenesí que sale de las entretelas del corazón, de los intercostales y pone la sangre negra, pedía cárcel, represión, persecución, contra los que critican el fiasco revolucionario, la perversidad de sus fines, la banalidad del esfuerzo por él.
Como si lo intenso del ultraje pudiera borrar de la realidad la ola de espanto y violencia que sacude al país. Un séquito de agentes motorizados acompañaba al cementerio a un policía asesinado por los delincuentes. En sus rostros no había tristeza sino furia.
Más adelante un conductor patea furioso el pequeño automóvil de una señora aterrada y a pocos pasos dos perros callejeros se destrozan. Un vapor de odio cubre el país y su veneno recorre las calles, entra en los ascensores, se cuela en los apartamentos. Motorizado a toda máquina por la acera, casi atropella una niña. El descenso de Dante al infierno.
Se huele el Mal. Morgue, funerarias, madres y esposas, gargantas desgarradas, privadas por el llanto. Es el mundo cenagoso creado por "el socialismo", en ruinas, en puertas de una Guerra Federal. Los responsables serán una terrible mácula en la historia de Venezuela. Tienen chance de rectificar.
Han hecho su forma de vida en la mentira descabellada, diabólica, ante la estupefacción de los oyentes. El parecido de los actores de este thriller con los inquisidores es prodigioso. Safransky dijo que la única diferencia entre un Gestapo, un NKVD, un Guardia Rojo y un inquisidor, era que vestían modas distintas.
Las sesiones de lo que alguna vez fue un Parlamento, se convirtieron en Autos de Fe, donde los diputados gubernamentales levantan calumnias alucinantes, atentados, magnicidios, conspiraciones criminales, torvos planes, en los que implican personas reconocidas por una vida decente. Nada tan parecido a la lógica de un inquisidor como la de un "revolucionario" porque una causa trascendente justifica todo crimen.
El diputado cuenta verdades que no han ocurrido, no van a ocurrir jamás, y se saben falsas, pero que él puede hacer verdaderas. Johan Johanes, un canalla inquisidor de Baviera, inventó el puñal retráctil. Llegaba con su asistente a las aldeas e iniciaba el "procedimiento de brujas".
Según el manual de Kraemer y Sprenger, el Malleus Malleficarum, las brujas no sentían dolor. Sobre una tarima construida en la plaza, paraba a las sospechosas con los ojos vendados, y ante la concurrencia "hundía" el largo -y flexible- puñal en los cuellos de una por una. Como en efecto no sentían nada, allí estaba la "prueba" del pacto con el diablo. Cobraba por cada una que iba al fuego y se apropiaba de lo que la pobre tuviera ¡Exprópiese!
En 1303 los Caballeros Templarios, orden religiosa armada extendida por Europa y con entrenamiento de combate equivalente a los seals actuales, despertaba celos y envidias en el poder. Pese a su sumisión incondicional a las autoridades, el Rey mandó a arrestarlos en toda Francia
Los acusaron de culto satánico, homosexualidad, pederastia, asesinatos, suplicios a secuestrados, antropofagia y sexo con el Diablo. Los cargos los hizo Esquiu de Floyrán (padre de los esquiroles) de la "guerrilla comunicacional". Bajo tortura, reconocieron todo lo atribuido y aportaron más
Kewis Karol cuenta que presenció durante la Revolución Cultural, cómo el joven guía turístico que lo acompañaba, acusado por su jefe, se autocrítico y reconoció que hacía el trabajo "con fines pequeño burgueses y no por la Revolución". Lo detuvieron para reeducarlo.
Una de las figuras más espeluznantes del siglo XX, Castro, encargó al héroe que le podía hacer sombra, el general Arnaldo Ochoa, que se encargara de investigar el tráfico de estupefacientes, con el propósito cumplido de acusarlo y hacerlo fusilar posteriormente.
Más que un nuevo presidente se necesita un exorcista.
@carlosraulher
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